Los Ríos y Aysén, la esperanza de los locatarios que apuestan por la apertura
Con algunos restaurantes y cafés abiertos empezó la desescalada en el sur. Pequeños y medianos empresarios esperan volver a recibir turistas en los próximos meses. Aquí, cuentan sus primeros días de "nueva normalidad".
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A principios de semana las regiones de Los Ríos y de Aysén fueron las primeras en permitir la reapertura de restaurantes. Lentamente unos pocos locatarios, no exentos de críticas, levantaron las cortinas y el público ha ido llegando.
Ambas zonas turísticas hoy presentan bajos niveles de contagio, pero han sido golpeadas económicamente por la pandemia. Mientras en Los Ríos la tasa de desocupación en el trimestre marzo-mayo se elevó a 10,3%, superando incluso a la Metropolitana, en Aysén subió 7,5%, el mayor registro desde mayo-julio de 2010, en plena crisis del virus ISA que impactó a la industria salmonera.
El Seremi de Economía de Aysén, Carlos Pacheco dice que el desconfinamiento gradual coincide con el lanzamiento de Renace Gastronómico Aysén, que con recursos del gobierno regional permitirá que parte de los 220 empresarios del rubro de esta zona puedan adaptarse a las nuevas condiciones.
Para el presidente de la Cámara de Comercio de Aysén, Gerardo Guzmán es un primer paso para reactivar, pero advierte que otro tema pendiente es el cordón sanitario que hasta ahora no tiene fecha de término y amenaza a los operadores turísticos.
"Desde octubre en adelante esta zona es rica por la cantidad de gente que viene a la pesca con mosca. He hablado con operadores y tienen muchas reservas, todo el mundo va a tratar de salir de Santiago. Si se mantiene cerrada la región, económicamente hablando nos iremos al hoyo", asegura.
Café Don Luis
"El anuncio de la apertura es como un regalo, un premio por ser buen alumno y yo soy buena alumna y cumplo con todas las medidas sanitarias", asegura Pilar Fuentealba, dueña desde hace 4 años del café Don Luis, ubicado en el centro de Valdivia.
Pilar recuerda que tuvieron un buen verano, pero con la pandemia el 19 de marzo cerraron las puertas.
"Yo soy optimista. Nos reinventamos con el delivery y usamos nuestros propios vehículos para no tener gastos extra. Tengo un mínimo de $ 9,5 millón que cubrir, y eso que me redujeron el precio del arriendo en 20% y con los trabajadores nos acogimos a la LPE, pero aún así nos tuvimos que endeudar porque también hay que pagar a los proveedores", relata.
En el período estival tenían ventas por $ 110 millones y el promedio del resto del año ascendía a unos $ 70 millones, sin pandemia.
"Es como volver al principio, la gente está con menos sueldo y si antes la capacidad era para 100 personas hoy solo podemos cubrir el 25% para cumplir con las medidas. Tenemos todo delimitado y los baños se limpian inmediatamente, tenemos alcohol gel, limpiapies con armonio cuaternario. Le recordamos a los clientes ponerse la mascarilla y que respete la distancia".
Pilar también ha constatado un cambio. Previo a la pandemia la gente iba al café a hacer tertulia, estaba una hora conversando y ahora consume y se va. "La respuesta del valdiviano ha sido buena, no hubo colas en mi local", detalla y recuerda que en los tiempos del delivery los clientes compraban y se tomaban el café frente al local, en la plaza.
Café Entrelagos
"Ha sido un período estresante", afirma José Luis Birke, dueño de la cafetería Entrelagos, quien al igual que su esposa Pilar reabrió las puertas de este café en Valdivia, tan clásico como los chocolates.
Cree que la autoridad tomó la decisión correcta porque los casos con covid en la ciudad son bajos y asegura que no es casualidad. "La gente en Valdivia tiene un nivel clase media, es educada y respetuosa. En la calle todos andan con mascarilla y se respetan los horarios", precisa.
La decisión de abrir con un 25% de la capacidad no fue fácil, pero había que hacerlo recalca.
"Para atender a ese 25% tengo que tener 4 cocineros para cubrir los turnos de mañana y tarde, dos pasteleros, un junior, cuatro garzones, dos cafeteros, dos cajeras y dos jefes de turno. Por eso hay gente que saca las cuentas y ha pensado seguir con el delivery", afirma.
Él también se mantuvo con delivery, que representaba un 20% de las ventas. Su café tiene capacidad para 90 personas y ahora solo puede atender a 22.
Reconoce que el público va llegando de a poco porque muchos tienen miedo al contagio y gran parte de su clientela es adulto mayor. "Abrir es como empezar de nuevo. Entra alguien y mira con cara de sospecha y se sienta por ahí, al rato llega otro y así, al final es un nivel muy mínimo de plata, pero lo tomamos como un desafío porque en alguna parte esto tiene que empezar".
También está consciente que por abrir son blanco de críticas, pero "a lo hecho, pecho", sentencia.
Camello Patagón
Han sido días difíciles para Silvia Ríos, la dueña del café Camello Patagón, uno de los primeros locales que se atrevió a reabrir sus puertas en Coyhaique.
En enero murió Fernando, su marido, descendiente de sirios que viajaron del Oriente a la Patagonia y que explican el nombre del local. Él, relata, era el alma del pequeño café que se convirtió en un centro social donde hombres variopintos arreglaban el mundo. Con su pérdida muchos pensaron que el Camello Patagón cerraría, pero no fue así y entonces vino la pandemia.
"En marzo, cuando nos prohibieron abrir yo no quería despedir a nadie, porque ellas han sido mis compañeras -una colombiana, una venezolana y una chilena-, nos tuvimos que reinventar. Bajamos las horas y comenzamos a hacer sandwiches y jugos para delivery", cuenta.
Compraron envases y vasos para transportar los productos en las cercanías de calle Lillo donde hay negocios y actividad financiera. Como abren a las 8 de la mañana también cubren los servicios públicos.
"Los primeros días vendíamos $ 30 mil y luego fuimos subiendo a $ 180 mil y eso nos permitió pagar sueldos y las cuentas básicas", relata.
Silvia Ríos está agradecida de sus clientes y de sus vecinos comerciantes que han solidarizado con ella, incluso, en la desinfección del local.
"Nos empoderamos, al final ha sido reconfortante. Cuando vino la Seremi de Salud encontró todo bien. Espero que más gente se anime a abrir", dice mientras de a poco comienzan a llegar los parroquianos a una ciudad de Coyhaique que dista de la que hace años la recibió con un invierno blanco en que la nieve cayó por siete días seguidos.
El mesón de la Patiko
Ni Paty, ni Pata, ni Patita. Edgardo Avello quería un nombre con carácter para honrar a Patricia, su mujer y así nació el Mesón de la Patiko que reabrió sus puertas el lunes tras 120 días cerrado.
Atienden de 12.30 a 21 horas con su comida de autor. Avello cuenta que la recepción fue positiva y aunque sabe que la partida será lenta ya tienen reservas para ambos horarios porque sus clientes necesitan una salida, despejarse un poco de la rutina y también de los niños.
No ha sido fácil. Desde el 17 de marzo se quedaron sin ingresos. "En estos emprendimientos familiares la opción de despedir personal no funciona. Nos acogimos a la LPE, pero a la larga es un 25% del ingreso y hemos seguido a costa de deudas apostando a que esto cambiará", añade.
Sabe que recuperar el movimiento tomará uno o dos años, pero esta partida le ha permitido despejarse. "El lunes fue entretenido al echar a andar la cocina, preparar los platos y las medias de seguridad para los clientes", comenta y agrega "nunca me imaginé que sería tan difícil estar sin hacer nada".
El primer día recibieron tres mesas y en época de invierno suelen ser seis. Edgardo Avello venía preparándose desde hace tiempo y repara en ese hecho. "Nosotros somos los especialistas en el manejo de la higiene, tenemos grandes exigencias, entonces no se entendía que nos mantuvieran cerrados si lo demás está abierto".
Restaurante Adobe
Gerardo Guzmán, dice que su restaurante Adobe fue uno de los primeros en cerrar completamente. En marzo despidieron a todos los garzones, bajaron las horas, y se acogieron a la LPE.
Desde el 15 de mayo trabajaron con delivery, pero prefirieron parar porque "iban más para atrás que para adelante" pues su gran entrada, más allá de la comida era el alcohol y ya no lo podían vender.
Sus sandwiches son gourmet -de liebre, cordero- y en ese tipo de platos no podían bajar el costo. Además, la competencia del delivery fue brutal.
El también presidente de la Cámara de Comercio de Coyhaique asegura que quiere abrir, pero hacia septiembre o principios de octubre. "Se agradece el desconfinamiento de la región, pero la bajada comunicacional de Santiago a la región tuvo errores y faltó trabajar en conjunto", argumenta.
A su juicio deben tener mayor claridad respecto a qué es lo que efectivamente la autoridad sanitaria va a fiscalizar porque hoy se enfrentan a distintos protocolos del ministerio de Economía, Sernatur, Salud.
"El anuncio nos tomó a todos por sorpresa, y hemos estado trabajando como locos, con varias reuniones. La gente esta viendo si tiene su pediluvio, los guantes. El fin se semana Sernatur levantó una encuesta para ver quiénes iban a abrir y la respuesta fue cri-cri-cri, pero de a poco se van a ir sumando", señala.